Verde Olea: Wedding in Celler Joan Sarda

“Si nos hubiéramos conocido en Tinder nunca hubiéramos hecho match”, es la frase de Gigi y Antonio. Y es que como bien se dice: los polos opuestos se atraen, puesto que no compartían ninguna de las aficiones que normalmente habrían incluido en sus perfiles de citas. Sin embargo, el destino tenía otros planes, y acabaron convirtiéndose en las medias naranjas perfectas.

Ambos se encontraban en Ginebra en busca de trabajo y, por casualidad, se inscribieron en un curso de marketing digital de seis semanas. Aunque estaban en el mismo grupo, como era de esperar, solían sentarse en lados opuestos del aula. Durante casi todo el curso no intercambiaron más que miradas fugaces y Gigi no comprendía la actitud de Antonio, quien pasaba las clases charlando con su compañero. Ella, por su parte, se tomaba el curso muy en serio, enfocada en aprender y sacar el máximo provecho. El único momento en que estuvieron realmente cerca fue en un encuentro fortuito en el ascensor, donde apenas tuvieron la típica conversación sobre el tiempo. 

A medida que se acercaba la entrega final, comenzaron a hablar un poco más. Gigi empezó a reconsiderar la primera impresión que tuvo de Antonio, pero la verdadera conexión no llegó hasta el último día. Esa tarde, la escuela organizó un aperitivo para alumnos y profesores. Poco a poco, las horas iban pasando y menos alumnos se iban quedando, hasta que, sin haberlo planeado, terminaron cenando solos en una pequeña pizzería. Algo mágico ocurrió durante esa cena; era como si los astros se hubieran alineado. Al llegar a casa, ambos se hicieron la misma pregunta: “¿Acabo de tener una cita?”.

Desde entonces comenzaron a verse como “amigos”. Se sentían como si de dos adolescentes se tratara; Antonio trató de enseñarle a Gigi a escalar, salían a tomar copas y podían pasarse horas conversando hasta altas horas de la noche. Con el tiempo, su amistad se fue forjando en algo más profundo y, finalmente, el primer beso acabó llegando.

Años después, decidieron emprender el viaje más lejano de sus vidas: una aventura por los templos y pirámides de Egipto. Durante estos increíbles días Antonio supo que había llegado el momento de dar el siguiente paso. En un entorno lleno de historia y maravillas eternas, le pidió matrimonio a Gigi, sabiendo que el futuro que les esperaba juntos sería tan espectacular como los paisajes que los rodeaban.